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sábado, 23 de mayo de 2009

UNA REFLEXION SOBRE EL MINIBASQUET

Tomado del blog www.desdeelbanquillo.es
Escrito por Carlos Yeray

En todos estos años, al hablar del Minibásquetbol siempre aparece la misma pregunta:

¿Deberían los niños hacer un Minibásquetbol competitivo?

Y esta pregunta me la han hecho estudiantes, entrenadores, dirigente y padres. No importa el lugar dónde estoy, la pregunta vuelve y vuelve.-

Mi respuesta ha ido variando a través de los años. Cuando comencé como monitor de Minibásquetbol a los dieciséis años, la respuesta era “si, debe ser competitivo” (¡la inexperiencia de la juventud!).-

Unos años después, a medida que me fui capacitando a través del estudio y la experiencia mi opinión fue cambiando. Luego de pensar bastante en el tema y de responder a esta pregunta cientos de veces, me queda una reflexión:

¿Qué nos pasa a los adultos?

¿Es que acaso nos resulta tan difícil comprender que el niño necesita crecer sano física y mentalmente? ¿Qué no necesita que le traslademos nuestras frustraciones, nuestra necesidad de acrecentar nuestra propia autoestima, nuestra “imperiosa obligación” de escalar posiciones sociales de cualquier tipo a costa de cualquier cosa?

El niño, querido amigo, necesita crecer sano y feliz.-

En este mundo tan difícil, dónde las carencias económicas, sociales y afectivas están a la orden del día, la niñez, ese preciado tesoro, ese hombre del futuro, se está formando.-

Depende de nosotros, los adultos, padres dirigentes y maestros, saber ayudarlo a crecer.

Sus necesidades, a veces, no son compatibles con nuestro “marketing”.-

El niño necesita del juego tanto como del estudio y del afecto. No necesita la frustración de una derrota que los adultos no sabemos cómo sobrellevar, pero tampoco necesita de un triunfo sobredimensionado.-

El niño necesita jugar, simplemente jugar, y a través de ese juego aprender. Aprender el lenguaje de su cuerpo, aprender a ser compañero, a compartir, a ganar y a perder...

Dentro de estos cánones la competencia no es mala, de hecho, el niño desde que sale del vientre de la madre está compitiendo. Competir adecuando las circunstancias a las necesidades y posibilidades del niño no es malo.-

Todo este proceso el niño debería asumirlo con naturalidad, como algo más dentro de su vida, algo lindo, algo útil, algo que forma parte del juego.-

A edades tempranas el niño no está preparado emocionalmente para recibir las presiones de los adultos. Su autoestima va de la mano de la opinión que sobre él vertimos los adultos, su entorno, los personajes que influimos sobre él. El ganar o perder forma parte de su vida, pero no debe determinarla a tal grado que lo condicione.-

Han pasado los años y he cambiado la pregunta:

¿Deberíamos los adultos hacer Minibasquet competitivo?

La respuesta es “no”, porque somos los adultos los que no sabemos, en muchos casos, poner los límites necesarios a esa competencia, tornándola estresante, desgarradora, imbécil.-

¡¡Dejemos a los niños crecer!!

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