Extraido de
Pero muy pronto nuevas fuerzas del crecimiento imponen su energía creadora y la infancia de paso a nuevas evoluciones que se conocen con el nombre de adolescencia. Los once años señalan indudablemente el comienzo de la adolescencia, pues traen consigo una cantidad de síntomas del proceso del crecimiento que en el curso de otra década colocará al niño en las fronteras de la madurez. ¿Cuáles son estos indicios? Son nuevos patrones y nuevas formas intensas de conducta. El antes complaciente niño de diez años comienza a manifestar formas desusadas de afirmación de su personalidad, de curiosidad y de sociabilidad. Es inquieto, investigador charlatán. Se mueve y retuerce permanentemente. No le molesta el reposo, pero le gusta andar siempre de un lado a otro. Tiene un hambre voraz y constante. A la par de este enorme apetito de alimentos marcha su apetito de nuevas experiencias. Cada vez formula más preguntas sobre los adultos, pues de día en día se va pareciendo más y más a ellos, y no está lejano el tiempo en que él mismo será uno de ellos. Actualmente los examina con mirada más penetrante; incluso puede llegar a imitarlos mímicamente para profundizar su comprensión. No le gusta estar solo y acude a toda suerte de recursos y artificios para explorar las relaciones interpersonales con sus padres y camaradas.
La vida emocional de Once presenta frecuentes picos de gran intensidad. En poquísimo tiempo puede ser víctima de un fuerte ataque de cólera. Está sujeto a estallidos de risa y a estados de ánimo variables. Los distintos humores vienen y se van a ráfagas y algunas veces obedeciendo a un ritmo cotidiano: soñoliento y gruñón por la mañana, y alegre y vivaz por la tarde; pero otras veces alterna días buenos con días sombríos. El mal humor puede aparecer cuando hay demasiado que hacer y poco tiempo para jugar o para dormir. Sus emociones se levantan con rápidos crescendos; su voz también sube con premura, pues a veces llega a gritar con tal intensidad que obliga a los demás a alzar la voz en forma equivalente: frecuentemente se le ve atravesar las habitaciones como un remolino, profiriendo amenazas; estos exabruptos exigen una mano firme y habilidosa. Si se les encara con demasiada sensibilidad o indulgencia pueden provocar constante irritación. Estos tipos de conducta reflejan concretamente la inmadurez de las nuevas evoluciones emocionales que actualmente pasan por las etapas iniciales.
http://www.claustromoderno.edu.co/miclaustro/?a=/web/lecturas-etapa-2/73-lecturas/176-el-nino-de-11-anos.html
Madrid, ¿sede del Eurobasket de 2029?
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Aún queda un trecho para que se confirme, pero, al parecer, la Federación
Española de Baloncesto y la Comunidad de *Madrid* han presentado la
candidatura...
Hace 11 horas
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