La estatura humana varía de acuerdo con la genética y la nutrición. Esa es la clave.
España, fue conocida como un país de hombres morenos, bajitos y gruñones. Ahora no. Os acordáis de la leyenda del seductor italiano. Eso se ha acabado. Hoy en día nadie cambia a uno de Albacete por dos italianos. Y es que cada día que pasa somos más esbeltos, guapos y románticos. Que razón tienen los científicos. Que genética podíamos tener nosotros con los tintorros que tomaban nuestros padres. De la nutrición mejor no hablar. El Cola Cao de desayuno y merienda. La Nocilla, que merendilla. Y el único helicóptero que veíamos, el del tulipán repartía en los colegios dosis de colesterol. Para colmo, si al niño no le hacía mucho chiste, le recomendaban a la madre, echarle un poquito de azúcar. Por no hablar del Bollycao del recreo. En los pabellones, el tabaco Winston empapelaba las paredes. Así es imposible encontrar algún pívot de garantías. No sé si fue, el bifidus o el Omega3, pero lo cierto es que ahora, son los otros países los que tienen el problema del pívot. Si lo llega a saber Antonio Díaz Miguel...
Fue en el antiguo estadio de Chamartín, el 15 de abril de 1935, dónde la selección española de baloncesto jugó su primer partido oficial. Se impuso por 33 a 12, a la selección portuguesa. Con esta victoria nos clasificamos para el Europeo de Suiza en el que se logró la medalla de plata. Se perdió la final con Letonia por 24 a 18. España, en el primer europeo de la historia, profetizada que en esto del baloncesto iba a dar que hablar. Pero había que tener paciencia. La guerra civil hizo estragos, también en el baloncesto, impidiendo a la selección competir durante 8 años. Pasaban los años y con ellos, se esfumaban los triunfos. Pero apareció la primera ornada de jugadores, Clifford Luyk, Brabender, Nino Buscato, Rullán, Manuel Flores, Carmelo Cabrera. Conquistaron la medalla de Plata en el euro basket de Barcelona, en 1973. Y lo más probable, e importante, es que incrementarán las ansias y los ánimos de la generación que les sucedería.
En ella estaban, los Epi, Martín, Corbalán, Jiménez, Romay, con ellos la selección crecía como una ola. En el EuroBasket del 83, nos llevamos la plata, ganándole en semifinales a la poderosa Unión Soviética. Y aunque, Yugoslavia nos quitó el oro, nos resarcimos en las olimpiadas de los Angeles84, tumbando a los plavi en semifinales. Conquistando la primera medalla en unos Juegos Olímpicos. La final contra los estadounidenses, comandados por Jordan, es una de las reliquias de nuestro baloncesto.
Parecía que la selección tenía cuerda para rato. A los jugadores nombrados anteriormente, se les sumaban los nada despreciables, Villacampa, Montero, Sibilio. El basket estaba de moda. La liga crecía en aficionados. Y multitud de chavales jugaban al baloncesto. Pero algo pasó. Faltaban los hombres altos. Es que lo dicho. Éramos bajitos. Y los grandes que había, más bien torpones.
La selección empezó a acumular fracasos. España era un equipo de buenos jugadores exteriores, pero de escasa intimidación y faltos de defensa y rebote. El baloncesto estaba cambiando y nosotros nos estancábamos. La muerte de Fernando Martín, acentuó el problema. Tanto físico como psicológico.
Donde se tocó fondo, fue la derrota en Barcelona 92 contra los Angoleños. Una de las frases que resumen todo esto la pronunció Díaz Miguel. Cuando para defenderse de las críticas expuso: “Si algún jugador me asegura 10 rebotes por partido, jugará siempre en la selección. El problema es que no lo hay“.
En el siglo XX, las profecías, de aquella medalla de plata en nuestro primer europeo, no se cumplían.
Pero apareció en siglo XXI, y con él, un 15 de Agosto de 2001. Y un chico de 21 años llamado Gasol, debutó con la selección española en un partido de preparación. El rival Grecia. Pau firmó 20 puntos y 9 rebotes. Me quedo con otra frase que define a la perfección lo que significó este debut. La pronunció Javier Imbroda. “Habrá un antes y un después con la llegada de Pau Gasol a la Selección Española“. No podía tener más razón en bueno de Imbroda. Ya no era España la que tenía que preocuparse de los hombres altos del equipo contario, eran los contrarios los que se preocupaban de nuestro pívot. Los aleros y bases empezaron a tener espacios y la intimidación ya no era una utopía. Para ello aparte de Gasol, sus papas, a los que había que hacer un monumento, nos dejaron de postre a su hermano. Marc, sin tener las cualidades de Pau, es un 2,16 con 120 kilos, que no se nueve nada mal. Y esto es mucho. Se apuntó al carro, la furia de Reyes y un Garbajosa que podía ayudar en el rebote y que era el complemento perfecto para Pau ya que su tiro abría mucho el campo. Hoy en día incluso, nos vino un fuera de serie en físico e intimidación Ibaka.
Lo de morenos y bajitos pasó a la historia. Al revés que los Epi, Villacampa, Sibilio, los Navarro, Rudy y Llul tienen un chasis en que se pueden apoyar. Los títulos empezaron a caer. Y el partido realizado contra los americanos en la final de Pekín, quedará en las vitrinas de la historia del baloncesto mundial.
Pero cuidado. Lo peor de ser guapo, es creértelo. Da la impresión que en España empiezan los caprichos y que los jugadores están por encima de los técnicos. Cuidado, fíjense lo que le paso a Serbia. Este tsunami de jugadores, tiene cualidades para hacer historia, pero siempre desde el esfuerzo y la organización. Ya hemos tenido dos avisos. La final del EuroBasket, dónde perdimos contra Rusia. Y el último mundial.
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